Junta tu roja boca con la mía,
¡Oh Estrella la gitana!
Bajo el oro solar del mediodía
morderé la Manzana.
En el verde olivar de la colina,
hay una torre mora
del color de tu carne campesina
que sabe a miel y aurora.
Me ofreces, en tu cuerpo requemado,
el divino alimento
que da flores al cauce sosegado
y luceros al viento.
¿Como a mí te entregaste, luz morena?
¿Por qué me distes llenos
de amor tu sexo de azucena
y el rumor de tus senos?
¿No fué por mi figura entristecida?
(¡Oh mis torpes andares!)
¿Te dió lástima acaso de mi vida,
marchita de cantares?
¿Como no has preferido a mis lamentos
los muslos sudorosos
de un San Cristoban campesino, lentos
en el amor y hermosos?
Danaide del placer eres conmigo,
Femenino silvano,
Huelen tus besos como huele el trigo
reseco del verano.
Entúrbiame los jos con tu canto.
Deja tu cabellera
extendida y solemne como un manto
de sombra en la pradera.
Píntame con tu boca ensangrentada
un cielo del amor,
en un fondo de carne morada
estrella de dolor.
Mi pegaso andaluz está cautivo
de tus ojos abiertos;
volará desolado y pensativo
cuando los vea muertos.
Y aunque no me quisiereas te querría,
por tu mirar sombrío,
como quiere la alondra al nuevo día,
sólo por el rocío.
Junta tu roja boca con la mía,
¡Oh Estrella la gitana!
Déjame bajo el claro mediodía
consumir la Manzana.
FEDERICO GARCÍA LORCA
Lobro de Poemas 1921
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