-¿Ha cumplido esta cuaresma
con perroquia, señá Amparo?
-Todavía no, señá Justa.
Me he ido emprezando, emprezando
y ¡ qué quié usté que le diga!
ahura ya me da reparo
el ir, por miedo a que el cura
me eche del confesionario,
como me ocurrió pa Pascua
con un tal mosen Obanos
que se sienta a mano drecha
frente al altar de San Marcos
y me se puso hecho un toro
porque, al hablar de los malos
pensamientos, no supe
dar contestación de "cuantos"
me se habían ocurrido
en el trascurso de un año.
¡Ya ve usté que desigencia!...
¿Como es posible contalos?
¡No va una a dir a toas horas
con un papel en la mano
y un lapiz¡cero de Faber
en la oreja, pa apuntarlos!
-Ese es el inconveniente
prencipal de tardar tanto
en confesarse. Si pasa
el tiempo y se llena el saco
más de lo justo, se implean
dimpués tres horas u cuatro
en reconciliarse, Miste,
yo me confieso a diario
dende que me quedé viuda
¡ y aún así hay días que tardo
en echar juera la carga
sesenta menutos largos!
-Qué atrocidá!....
-Es que me gusta
no pasar nada por alto.
No soy como otras, que mienten
u roban, pongo por caso,
y no se lo icen al cura
por el temor de asustalo.
Yo, por pequeña que sea
una falta, la declaro.
Antiayer, sin ir más lejos,
les vendí a unos parroquianos
tres enguilas que llevaban
más de un mes en el capazo
y que las pasé por frescas
aunque estaban fermentando
y a pesar de que el delito
no tié ná de estrordinario
como usté ve, yo no quise
marcharme sin confesalo.
A mí me pica una pulga
en metá del espinazo
u, sin querer, en la calle
le piso a alguno un callo
y se lo cuento en seguida
al confesor, por si acaso;
así es que, cuando me acuesto,
paso la noche roncando
porque tengo la concencia
más limpia que un relicario.
- ¡No es usté poco mirada
pa los pecaus!..... A ese paso
el día que se reviente
van a salir tós los santos
que hay en el cielo a esperala
con musicas y con palio.
-Bien pué ser.
-Yo riconozco
que pa esos trotes no valgo.
A mí en cuanto me echa el cura
pa penitencia un rosario
me lo conoce tó el mundo,
pues me pongo como un pavo.
En cierta ocasión ricuerdo
que me estaba confesando
con un cura chiquitico
de la perroquia del Gancho
y me se ocurrió contale
que por divertime un rato
festejaba toas las noches
con cinco mozos del barrio.
Pues, hija, se puso como
si le hubian echao un gato
a la cara..... ¡No hi oido
nunca un risponso tan largo!..
Me llamó tonta y cocleta
y me dijo que los diablos
cuando me muriese me iban
a emprender a tizonazos
y a echame en una caldera
de aceite hirviendo y de asfalto
y añadió que, si quería
salvame, era necesario
que me dara toas la noches
una porción de zurriagazos.
Menos mal que me marido
me los da de vez en cuando,
así es que aun tengo esperanza
de que mi alma quede en salvo.
-Pues si quié usté confesase
con un cura campechano,
de esos que nunca se enfadan
y tó lo pasan por alto,
deríjase a mosen Bruno
Regulleda, que es un santo.
A ese no hay más que acercarse
y dale un beso en la mano
y preguntale que cómo
sigue su primo Pascasio
que está hiciendo oposiciones
pa una plaza de vicario
y sin hablar más le echa a una
la asolución en el acto.
-Ya sé quién es; pero el probe
como padece de flato
suelta cá eruto que tira
pa atrás.
-¿ Y a mosen Tilano
le conoce usté?
-Muchismo.
Pero ese es un poco tardo
pa oir y hay que darle cuenta
de toas las cosas gritando
y, la verdá, no tié gracia
que los que están a dos pasos
aguardando vez, se enteren
de si una tié el genio malo
u si le sisa al marido
u se va de picos pardos.
-Pues busque usté quién le diga
más. Yo ahura mesmo me marcho
a confesar por segunda
vez, pues estuve hace un rato
y dispués de estar dos horas
arrodillada y soltando
tó el esamen de concencia,
mi hi llevao el primer chasco
¡pues risultó que no había
naide en el confesonario!
-¡Vaya una plancha!.....
-A cualquiera
le hubía pasau otro tanto....
-Vaya con Dios y precure
que no se ripita el caso,
porque si llega a correrse
la voz por el vecindario
¡va a tener la gente risa
pa tó lo que queda de año!
ALBERTO CASAÑAL SHAKERY
De Utebo a Zaragoza y, Fruta de Aragón
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