Seguía intentando dormir
con la imagen de mi amiga.
Seguían los pensamientos,
fluían rápidos y precisos,
con unas sensaciones plenas.
Miraba el techo de la habitación
mientras el sonido de una música de jazz
me trascendía a unos momentos de amor
y de melancolía.
Intenté con mis ojos cerrados
y mi mente y mi imaginación abiertas,
sentir la belleza de su presencia,
la magnitud de sus emociones,
los momentos de amor reales
y aquellos de imaginarias sensaciones.
Hubo ráfagas de sentimientos plenos,
de tristezas profundas,
de razonamientos,
de silencios cortados.
Una luz tenue
se apoderaba de la habitación
mientras mis ojos perturbados
y extenuados por el sueño,
se cerraban en el silencio de la noche.
Desperté en una mañana gris
contagiada por la despedida de mis sueños,
que no alcalzaron su éxtasis
ni la paz de un hombre enamorado.
ÁNGEL SANZ GOENA
Ráfagas de lus sobre un poeta
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