sábado, 25 de febrero de 2012
DOÑA PURA
En esa postura,
tal como hoy la veis,
lleva Doña Pura
desde el treinta y seis,
enterrada en vida,
carne de alcanfor,
oxidada como el tic
tac de su reloj.
Noche interrumpida
por enaguas malheridas,
brazo en alto y vino peleón,
soldados que la llaman por su nombre,
sudor de hombres un su habitación.
Cuerpo diminuto,
cera sin arder,
riguroso luto
desde aquella vez
en que la tijera
de la humillación
se clavó un amanecer
en su corazón.
Cada vez que un coche
reproduce aquella noche
derrapando bajo el balcón,
como un flash back regresa a su memoria
aquella historia que nunca ocurrió.
JOAQUÍN SABINA
Trajes a medida
Con buena letra
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