Caminaba pesaroso
por el bosque de mi soledad,
divisando las copas de los árboles
que cerraba el paso al sol luminoso.
Sentía el paso del tiempo
como luz que ilumina mi camino,
sintiendo huracán como viento
y pobre mi destino.
Mi corazón solitario,
triste y desvalido,
sentía la angustia de un fracaso,
el temporal de un hombre caído.
De una vida fácil, bien orientada,
hasta la amargura de una inmadurez dirigida,
caminaba mi alma maltratada
y la mirada de mi corazón perdida.
Unos años de camino errante
no permitían la luz nacer
en un corazón con llagas, sangrante,
por la traición de mi propio ser.
En mi propia agonía,
caminando con las hojas muertas del otoño,
sentí libertad en la melancolía,
amor con mi imaginación volanto.
Los paseos que con voz baja
hacía en aquellos atardeceres de invierno,
cubrían la venganza de mi propio sendero
mientras portegían mi corazón tierno.
En mi alma está el recuerdo
de los inviernos de mi vida fracasada
con el despertar de un hombre nuevo,
buscando el silencioso camino del amor.
ÁNGEL SANZ GOENA
Ráfagas de luz sobre un poeta
2002
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