miércoles, 28 de noviembre de 2012

¿ QUÉ FUE LA CORONA DE ARAGÓN ? (1)

I. LOS ORÍGENES DE LA CORONA DE ARAGÓN (1136-1162)

    LA SUCESIÓN DE ALFONSO I (1134)

En octubre del año 1131, mientras sitiaba la ciudad de Bayona, en el sur de la actual Francia, el rey Alfonso I de Aragón, el Batallador, carente de descendencia, dictó un asombroso testamento según el cual legaba su reino a las Órdenes de Hospitalarios, Templarios y Santo Sepulcro, que se habían fundado en Tierra Santa. Fue ratificado el 4 de septiembre de 1134, tras la batalla de Fraga de julio de ese mismo año, por el propio rey Alfonso, derrotado y a punto de morir, lo que ocurrió tres días después en la localidad de Poleniño (Huesca). Desde luego, el testamento era inviable, de modo que los aragoneses hicieron caso omiso y el 11 de septiembre, sólo cuatro días después de la muerte del Batallador, proclamaron rey a su hermano Ramiro, que era clérigo y acababa de ser nombrado obispo de Barbastro.

   Según el derecho sucesorio navarro-aragonés, Alfonso I no podía disponer libremente del patrimonio heredado de su linaje, es decir de los viejos condados de Aragón, Sobrarbe y Ribagorza, aunque sí lo podía hacer con las tierras conquistadas por él en vida, los llamados "acaptos", en este caso todo el territorio del reino musulmán de Zaragoza.

   Aunque Ramiro II, llamado el Monje, no podía reinar dada su condición de clérigo, asumió el reino y entre el 11 de septiembre y mediados de octubre de 1134 recorrió todas sus tierras para recibir juramento de fidelidad de sus súbditos, que lo reconocieron como soberano legítimo.

   Entre tanto, el reino de Pamplona, cuyo trono había ocupado el rey de Aragón en 1076, proclamó a su propio monarca en la figura del noble García Ramírez, llamado el Restaurador, y se segregó de los dominios del rey de Aragón, sumando a las de Pamplona las tierras de Tudela, configurando así en nuevo reino de Navarra. En mayo de 1135 ambos soberanos firmaron el pacto de Vadoluengo por el cual se fijaron los límites fronerizos entre Aragón y Navarra.

   Ramiro II no era ni un político ni un soldado; desde su niñez había vivido en conventos, sometido a las reglas monásticas y a la vida religiosa. Ni estaba preparado ni, probablemente, quería gobernar el reino, de modo que buscó deprisa un heredero que garantizada la sucesión legítima de su linaje al frente de Aragón, para lo cual debía concebir un hijo nacido de matrimonio legítimo.

   Se buscó una esposa para el rey, y la elegida fue Inés de Poitou, una viuda de 30 años de edad que había sido madre de tres hijos varones, con lo cual quedaba garantizada su fertilidad. Además, Inés hermana del duque Guillermo IX de Aquitania, y sobrina de Pedro I de Aragón, el hermano de Ramiro II, con lo cual se cerraba una alianza con este poderoso señorío cuyo duque había participado en la reconquista aragonesa en tiempos de Alfonso I.

   La boda de Ramiro II e Inés de Poitou se celebró en Huesca el 13 de noviembre de 1135, y enseguida despertó reticencias debido a la condición eclesiástica del rey, y por ello fue denunciado ante el Papa.

   La situación del reino de Aragón era complicada, pues a los problemas con Navarra se sumó la presencia en Zaragoza del rey Alfonso VII de León y Castilla, que la ocupó con la excusa de defenderla ante un posible contraataque musulmán dejando en el emblema de la ciudad el símbolo del león, signo de su ambición imperial como autoproclamado emperador de León y Castilla.

   Todavía surgieron más problemas, pues el 10 de junio de 1136 el papa Inocencio II pidió que se cumpliera el testamento de Alfonso I y se entregara el reino a las tres Órdenes religiosas.

   Justo nueve meses después de la boda real, el 11 de agosto de 1136, la reina Inés dio a luz a una niña, a la que llamaron Petronila; en esa fecha el matrimonio de sus padres todavía no había sido admitido como legítimo por el Papa.

   Ramiro II había cumplido con su misión, la de dotar al reino de un heredero, pero en este caso se trataba de una niña, que podría trasmitir a través de su sangre la realeza, la "potestas regia" pero no podía reinar, lo que suponía un nuevo problema.

   Inés de Poitou también había cumplido; la aquitana nada tenía que hacer ya en Aragón, de modo que marchó a sus tierras de Aquitania, probablemente a finales de 1136, cuando Petronila apenas tenía unos meses de edad. Murió en la abadía francesa de Fontevrault en 1159; nunca más volvió a ver a su hija.

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