Troncos de soledad,
barrancos de tristeza
donde rompo a llorar.
Tus ojos se me van
de mis ojos y vuelven
después de recorrer
un páramo de ausentes.
Tu boca se me marcha
de mi boca y regresa
con varios besos muertos
que aún baten, que aún quisieran.
Tus brazos se desploman
en mis brazos y ascienden
retrocediendo ante esa
desolación que sientes.
Otero de tu cuerpo,
aún mi calor lo vence.
MIGUEL HERNÁNDEZ
de Cancionero y Romancero de ausencias
(1938-1941)
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