Cuando aprendí a tragar fuego
el circo ya se había ido
de Albacete a Nueva York.
El elefante está ciego,
el domador malherido,
¿ quién ha mentido, mi amor ?
La canción que estoy cantando
empieza en otras canciones
y acaba en un hospital.
¿ Por qué me sigo jugando
la vida a pares o nones
con fulanita de tal ?
Cuando el flautista de Hamelín
sacó un ratón de su bombín
Polichinela se fugó con Arlequín.
Hay mariposas de arrabal
que nunca aprenden a volar,
vinagre y rosas a la hora de cenar.
La trapecista polaca
se encaprichó de un forzudo
caminito de Moscú.
Cambió mi oro por su alpaca,
maldita ley del embudo,
no valgo menos que tú.
El lanzador de cuchillos
por llevarse algo al bolsillo
trabaja de afilador.
El hombre bala se enfada,
su pólvora está empapada
de tanto decir adios.
Cuando el flautista de Hamelín
sacó un ratón de su bombín
Polichinela se fugó con Arlequín.
Hay mariposas de arrabal
que nunca aprenden a volar,
vinagre y rosas a la hora de cenar.
JOAQUÍN SABINA/BENJAMÍN PRADO
2.009
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