Blancos, rosas. Azules casi en veta,
Retraídos, mentales.
Puntos de luz latente dan señales
De una sombra secreta.
Pero el color, infiel a la penumbra,
Se consolida en masa.
Yacente en el verano de la casa,
Una forma se alumbra.
Claridad aguzada entre perfiles,
De tan puros tranquilos,
Que cortan y aniquilan con sus filos
Las confusiones viles.
Desnuda está la carne. Su evidencia
Se resuelve en reposo.
Monotonía justa, prodigioso
Colmo de la presencia.
Plenitud inmediata, sin ambiente,
Del cuerpo femenino.
Ningún primor: ni voz ni flor. ¿ Destino ?
¡ Oh absoluto Presente !
JORGE GUILLÉN
Cántico, 1950
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