Era mi dolor tan alto
que la puerta de la casa
de donde salí llorando
me llegaba a la cintura.
¡ Qué pequeños resultaban
los hombres que iban conmigo!
Crecí como una alta llama
de tela blanca y cabellos.
Si derriban mi frente
los toros bravos saldrían,
luto en desorden, dementes,
contra los cuerpos humanos.
Era mi dolor tan alto,
que miraba al otro mundo
por encima del ocaso.
MANUEL ALTOLAGUIRRE
Poesía, 1931
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