Unos cuerpos son como flores.
Otros como puñales,
Otros como cintas de agua;
Pero todos, temprano o tarde,
Seran quemaduras que en otro cuerpo se agranden,
Convirtiendo, por virtud del fuego, a una piedra en un hombre.
Pero el hombre se agita en todas direcciones,
Sueña con libertades, compite con el viento,
Hasta que un día la quemadura se borra,
Volviendo a ser piedra en el camino de nadie.
Yo, que no soy piedra, sino camino
Que cruzan al pasar los pies desnudos,
Muero de amor por todos ellos;
Les doy mi cuerpo para que lo pisen,
Aunque les lleve a una ambición o a una nube,
Sin que ninguno comprenda
Que ambiciones o nubes
No valen un amor que se entrega.
LUIS CERNUDA:
Los placeres prohibidos 1931
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