jueves, 8 de agosto de 2013

Cien sonetos de amor (XXIII)

   FUE luz el fuego y pan la luna rencorosa,
el jazmín duplicó su estrellado secreto,
y del terrible amor las suaves manos puras
dieron paz a mis ojos y sol a mis sentidos.

   Oh amor, cómo de pronto, de las desgarraduras
hiciste el edificio de la dulce firmeza,
derrotaste las uñas malignas y celosas
y hoy frente al mundo somos como usa sola vida.

   Así fue, así es y así será hasta cuando,
salvaje y dulce amor, bienamada Matilde,
el tiempo nos señale la flor final del día.

   Sin tí, sin mí, sin luz ya no seremos:
entonces más allá de la tierra y la sombra
el resplandor de  nuestro amor seguirá vivo.

PABLO NERUDA
1904-1973


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