Las arañas
iban por los laureles.
La casualidad
se va tornando en nieve,
y los años dormidos
ya se atreven
a clavar los telares
del siempre.
La Quietud hecha esfinge
se ríe de la Muerte
que canta melancólica
en un grupo
de lejanos cipreses.
La yedra de las gotas
tapiza las paredes
empapadas de arcaícos
misereres.
¡ Oh torre vieja !
Llora tus lágrimas mudéjares
sobre este grave patio
que no tiene fuente.
Las arañas
iban por los laureles.
FEDERICO GARCÍA LORCA
Libro de Poemas 1921
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