Los pobres muertos no padecen nunca,
Apenas piedra que se desmorona,
O polvo de retorno en pro de un fondo
Sin fibra de dolor, sin yo retráctil,
Sin tiempo en que se angustie la memoria.
Los pobres muertos lo han perdido todo,
Hasta aquellos jardines que no habitan,
Entre flor y ciprés, ciprés y mármol,
Bajo los nombres quizá ya confusos
Que mal invocan a los siempre ausentes.
Ausentes de sí mismos, invisibles
A las miradas de sus calaveras,
Calaveras que así no melancólicas
Presiden sin querer sus esqueletos
Con mineral tranquilidad de luna.
Los pobres muertos, en tiniebla inclusos,
La gran tiniebla interna de la tierra,
No guardan ni su propio ser de muertos.
Tan pobres yacen que no son ni pobres,
Forzados a ser muerte --- y más terrosa,
Cada día más polvo infuso a un fondo.
JORGE GUILLÉN
Clamor, 1963
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