POR el vino que quemas en mi boca,
por darme de beber toda tu sed,
por tu piel rumorosa entre mis labios,
por abrir los espejos que te guardan.,
por la ropa que queda por el suelo,
por todo tu desnudo entre las sábanas,
por el respirar hondo de tus muslos,
por tu gritar el goce que te ciñe,
por abrigarte luego en mi reposo,
por tus manos que tengo atesoradas,
por la benignidad que nos protege,
por hablar de nosotros para siempre,
por la perduración de tu sonrisa,
por decir con las mías tus palabras,
porque me reconoces compañero,
y porque tú también me das las gracias.
ENRIQUE BADOSA
Poesía 1956-1971
Historias en Venecia 1971
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