El tío CERATO, de Biscarrués, marchó a Zaragoza a hacer compras, y paró en una posada del Arrabal para tener más cerca la estación del ferrocarril.
En dos días despachó sus asuntos y decidió marcharse al siguiente en el tren de las siete de la mañana, porque tenía que ir a la boda de un pariente suyo en Plasencia.
La víspera del viaje ocurriósele ir al teatro Principal, y como salió a la una y pico de la madrugada y no quiso acostarse sin comer unos muñuelos, al llegar a la posada eran las tres de la mañana y le encargó al mozo que le llamara para embarcar en el tren de las siete.
Al mozo se le fue, sin duda, de la memoria el encargo (era un baturrazo de los del Arrabal) y ya eran las siete bien dadas cuando llamó a la puerta del cuarto del tío CERATO y le dijo:
-¿ Es usted el que tenía que marchar en el tren de las siete ?
- ¡ Sí señor ! ¿ Es hora ?
- Pus siga usted durmiendo, porque el tren acaba de pitar ahora mesmo.
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