Te llamo desde aquel, el mismo muro
otra vez. Atrozmente sepultado
sigue mi corazón, mi sueño, todo
lo que es vida o soñar.
Encadenado sigo. No me dejan gritar. Escupo
hierro mudo. Mi boca está sangrando
de tascar insumisa los cerrojos,
como un caballo el freno.
Voy clamando.
Mi lengua ruge de pasión, levanta
su voz como un naúfrago, golpea
hasta que cruje el verso y la palabra
se hace un chorro de sangre al pie del muro.
Pero esta sangra sube -oh,voz herida
hecha torre de fuego para el mundo.
MARCOS ANA
Poemas de la prisión y la vida.
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