ALGUIEN que aún es joven, va muerto por la calle,
Bien sabe Quién le sigue, pero camina rápido,
y va cerrando puertas que llevan al silencio.
No mira a Quién le mira, y siente que son vanos
su nombre y su manera de merecer el pan.
Retiene para siempre un libro deshojado;
y un espejo roto, su modo de mirar.
Persisten en su cara los tiempos más lejanos.
Pasa junto a su puerta, y no la reconoce;
y se sabe perdido, sin voz y desamado,
cuando era tan sencillo llamar, abrir y entrar.
Las calles son estrechas. Alguien se está acercando
y, al volver una esquina, ¿ qué me puede suceder ?
Un hombre, vivo y muerto, camina esperanzado.
ENRIQUE BADOSA
Poesía 1956-1971
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