La hoguera del pueblo tiene
aún esparcidas sus ascuas.
Ay, como el fuego se junte,
¿ quién apagará sus llamas,
quién sujetará sus bosques
del pueblo ardiendo en sus armas?
Tomad la mano que el pueblo
os ofrece en paz, tomadla.
No esperéis que se maduren
en el dolor las espadas.
Los diques también se rompen
bajo el martillo del agua;
el viento descuaja el árbol
por hondas que estén sus plantas
y hay volcanes que deshacen
el pecho en las montañas.
Escuchad la voz de un pueblo
que busca la luz del alba,
con la paz en sus banderas
y el amor en sus gargantas.
No dejéis que se maduren
en el dolor las espadas.
Tomad la mano que el pueblo
os ofrece en paz. TOMADLA.
MARCOS ANA
Poemas de la prisión y la vida.
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