Era pastor de gatos y tenía
una larga callada por respuesta.
La noche las pasaba en los tejados,
jugando con las hebras.
Los gatos y las gatas le miraban,
apoyado en las cuatro chimeneas;
el pastor de los gatos se reía
por nada, o mirando a su vecina prisionera.
Era entendido en noches y sabía
sin mirar el reloj la hora que era,
y subía y bajaba su rebaño de gatos
por los campos de tejas.
Algunos aseguran que está loco,
otros que está poeta,
yo, que le trato mucho, sólo digo
que es un sabio vestido de princesa.
GLORIA FUERTES
Obras incompletas
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