Palos de ciego,
malos tiempos sin luego ni porqué.
Llama sin fuego,
melodramas que no terminan bien.
Páginas imprudentes,
sábanas de hospital,
zumo de lágrimas de sal.
Corazón
desnudo entre la gente,
chaparrón
de notas indecentes,
carnaval
de besos que agonizan,
vendaval,
gotas de tiza y alquitrán.
Hielo caliente,
desconsuelo sin martes ni weekend.
Uñas y dientes,
caramelos de azúcar y de hiel.
Rejas de terciopelo,
pañuelos de organdí,
celos que no dejan dormir.
Comprendí
lo igual, lo diferente,
Chamberí
no es mi calle Corrientes.
Al final
de cada madrugada,
respirar,
nada es mejor que nada,
soledad
y una almohada que olvidar.
JOAQUÍN SABINA
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