Retorcedme sobre el mar,
al sol, como si mi cuerpo
fuera el jirón de la vela.
Exprimid toda mi sangre.
Tended a secar mi vida
sobre las jarcias del muelle.
Seco, arrojadme a las aguas
con una piedra en el cuello
para que nunca más flote.
Le di mi sangre a los mares.
¡ Barcos, navegad por ella !
Debajo estoy yo, tranquilo.
RAFAEL ALBERTI
Marinero en tierra
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