Se desnudó frente al ventanal
de una undécima planta,
su vestido esta vez no quiso correr como de costumbre
y fue más que una danza.
Por sus hombros resbalaba sin fe más de un desengaño.
tan poderosa como la ciudad a unos metros latiendo.
Rendida ante el deseo de verse sin adornos ni filtros,
iba demandando equilibrio en cada reflejo.
Nunca perfecta en su caligrafía,
pero sabia y adictiva como la mismaz vida.
Se desnudó frente al ventanal de una undécima planta,
se desprendió del temor y el deber,
y aquella sería la última vez que alguien la viera volar descalza.
VANESA MARTÍN
Mujer Océano
2016
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