La ausencia de ruido empieza a gustarme,
despojarme de todo lo que programa mis alarmas
es como un seño de libertad y amplios horizontes.
Acabaré tal vez en los campos
que me vieron pasear tantas mañanas,
allí donde me senté a desgartar y consumir imágenes.
De todo dudo y de qué poco me desprendo,
tal vez esos campos convivan con la paz que busco.
Quién sabe si verdaderamente me resisto al encuentro.
VANESA MARTÍN
Mujer Océano 2016
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