Entro en tu casa y me resulta extraña,
cuelga una foto en la que apareces en un viaje,
brindas, sonríes y parece que el mundo se hubiera detenido.
Dejas caer un pañuelo que lleva un nombre.
Esta ciudad me enseñó que no todo se aprende
y se acumulan posibilidades en hondonadas de arena blanca.
Permanezco entre foto y el humo que sale del té que me arde en las manos,
callada, presente,
consciente de lo que vivo,
de lo que soy y no doy por hecho,
de lo que contamos a través de nuestras imágenes.
VANESA MARTÍN
Mujer Océano
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