Hay mujeres que pueden destruir ciudades
con tan solo un pestañeo,
que en lugar de sangre tienen lava,
de sus entrañas nacen flores y dientes
y a sus espaldas duermen legiones,
sacuden su orgullo con pan y victorias
y esbozan toneladas de sonrisas
hasta llenarse la barriga de amor de media tarde.
Como en Babilonia,
las rodean casi cien kilómetros de muro,
que protegen todo cuanto ellas abarcan.
De sus intenciones tiran un carruaje con cuatro caballos puros
y son bellas y salvajes como sus jardines,
su perfume, la brisa de las cascadas.
Estas mujeres llevan cosidas al vestido
todas las palabras que nunca dijeron,
pero argumentaron grandes discursos.
Ellas son ellas y pocas las demás.
VANESA MARTÍN
Mujer Océano
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