La axila vegetal, la piel de leche,
espumosa y floral, desnuda y sola,
niegas tu cuerpo al mar, ola tras ola,
y lo entregas al sol: que le aproveche.
La pupila de Dios, dulce y piadosa,
dora esta hora de otoño larga y cálida,
y bajo su mirada tu piel pálida
pasa de rosa blanca a rosa rosa.
Me siento dios por un isntante: os veo
a él, a tí, al mar, la luz, la tarde.
Todo lo que contemplo vibra y arde,
y mi deseo se sumple en mi deseo:
dore mi sol así las olas y la
espuma que en tu cuerpo canta, canta
- más por sus senos que por tu garganta -
do re mi sol la si la sol la si la.
ÁNGEL GONZÁLEZ
La Primavera avanza
Antología
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