Te confundiste,
nadie puede negarle a abril la primavera,
herir conscientemente a la inocencia,
entrar en daño ajeno,
nadie quiere ocupar lugares inundados de lodo,
ni hace préstamos a cambio de nada,
ni reina a salvo,
ni conoce comprensiones absolutas hacia el otro,
ni desnuda su alma sin atisbo de miedo.
Nadie pidió nacer.
Resultamos a veces imposibles por inercia,
tanto como evitar la muerte.
Erramos en concesiones y derechos.
Temblamos en la duda,
temblamos en el primer camino,
en la primera cita y el último adiós,
en la reconciliación más deseada...
Te confundiste.
No puede ser de otra manera,
te quedaste solo en la superficie,
amontonando capas de orgullo y hiel,
en balde, con intransigencia,
pasando por encima de la bondad,
presuponiéndote a salvo de los bandidos,
ensalzando un error a una categoría injusta,
porque ningún plan estaba previsto
alterar el rumbo de tus pasos.
VANESA MARTÍN
Mujer Océano.
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