El cuerpo de la vieja era una pasa,
las manos de la vieja eran dos pasas
dos pasas, pero suaves como rasos,
-lo que andaba el viejo eran dos pasos-.
Tenían casi un siglo y eran novios;
la vieja le llamaba su Tenorio.
El viejo le miraba las encías
-la muerte les miraba noche y día-.
El viejo para andar daba pasitos,
la vieja era un reúma dando gritos;
los palos retorcidos de sus dedos
movían las aguas del lanero.
Un niño cantaba : ¡ Las flores de Abril !
El viejo decía: Me quiero morir,
y después tosía y gruñía sin fin.
GLORIA FUERTES
Obras incompletas
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