A CARLOS EDMUNDO DE ORY
-¡Madre! ¡Hay un pájaro en mi celda!
Entró un pájaro suave.
-No, que es un beso,
que no es un ave.
-¡Ay, mira, madre,
si parece una flor
en el aire!
-No es una flor ni un pájaro,
es un beso de alguien.
Hija, se iba a posar
y le asustaster;
incedico, paró el vuelo en tu frente.
-¡Ay, madre,
no bajó hasdta mi boca a refrescarse!
Era un pájaro loco y sin nadie,
me ha picado en la frente
y ha rozado mi sangre.
-No, hija, si no era un pájaro,
si era un beso grande.
-¿Sí?... ¡Sí! Que sabía a primero,
a distinto y a sangre.
-Deja la ventana abierta
también esta noche, madre;
que besos para mis labios
vienen taladrando el aire,
que no posen en mi frente,
que bajen,
que mis labios tienen hambre!
-¡Ay, ay, tu cerebro, hija !
-¡Ay, lo que yo siento, madre!
-¡Ay, que no hay besos en mi cuarto
y no hay labios en mi carne!
... Mi alma goza y sonríe.
¿Amor? ¿Amistad?... ya es tarde;
... el pájaro de su beso
en el árbol de mi talle.
-¡Ay que fiebre tienes hija!
-No es fiebre; son versos, madre.
GLORIA FUERTES
Isla Ignorada.
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