Van saltando los tigres de la noche
por el cuerpo rendido de la aurora.
Van los cisnes rugiendo suavemente
por el aire del agua del incienso.
Va la sangre mojando nuestra pluma
y va el hombre exprimiendo su racimo.
Va la vida a otra vida sin excusa.
Todo marcha y se empuja por asirse,
sólo un terco oriental ensimismado
besándose a sí mismo a Dios le besa.
GLORIA FUERTES
Poemas del suburbio.
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