Si nuestro reino no fue de este mundo,
y sabemos de cierto que no hay otro,
dime lo que nos queda,
amigo,
dime lo que nos queda.
Ni siquiera deseos, ni siquiera esperanza;
un confuso montón de sueños negros,
eso es lo que nos queda,
amigo,
un confuso montón sólo de sueños.
Cada vez más pequeño.
Ya cabe en un pañuelo, igual que el llanto.
Pero cómo nos pesa,
amigo,
pero cómo nos pesa.
Más cuanto menos.
ÁNGEL GONZÁLEZ
La Primevera avanza.
Antología
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