Como monjas arrepentidas
dejamos el torno por el contorno,
el bien dejamos
por el mal que nos hace el bien
- que todo hay que decirlo en un poema.
Nos apaleamos el hígado
a base de güisqui de barril
o amargamos a la dulce esposa
y nuestra frustración inconfesable
convertim os en agresiva oración gramatical
que -dicho por desdicha-
es capaz de matar al inocente.
GLORIA FUERTES
Mujer de verso en pecho.
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