Pendiente de una mano,
me extraviaba y me recuperaba.
Hay noches en que dudan
de su divinidad los propios dioses,
y un sorbo fugaz caben los mares.
¿Por ventura sabemos
qué es lo que cae y qué lo que se eleva?
Albayzín, Albayzín,
niño desorientado,
donde el agua da sed,
y el amor es un carmen de cipreses inmóviles
al que siempre se vuelve.
Yo estoy vivo y tú muerto,
o muerto yo y tú vivo; ¿ qué más da ?
Nuevamente, más tarde o más temprano,
aquí coincidiremos.
ANTONIO GALA
Poemas de amor.
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