Cuando ya iba a morir, volvió la cara.
Vio el rosa de la sal, los anchos cielos,
el temblor del trasmallo, las aves migratorias.
Vio el jazmín, la pineda,
trigos, olivos, cantes destrenzados.
Vio la belleza que no atardece nunca.....
Se vio a sí mismo: pródigo,
pacífico y sapiente,
y enriqueció la tierra con su huella.
Nunca tuvo más fin ni más principio....
Al despedirse de la Andalucía,
sintió el sabor salado de la muerte....
Guadalquivir mi corazón se llama.
ANTONIO GALA
Poemas de amor.
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