Y la luna eras tú.
Una luna creciente, blanca, fría.
Mirabas hacia el mar y hacia las cosas
que no eran yo.
Y con cuánto silencio te gritaba
-creciente, blanco, frío yo también-:
"Mírame, mírame,
ay, mírame miarte...."
ANTONIO GALA
Poemas de amor
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