El llanto no se pierde.
Cuando llora un muchacho,
se abrillantan las piedras
y surgen los diamantes.
Cuando llora una niña,
-aún sin ser primavera-
se preocupan las flores.
Cuando llora una madre
se forman los seísmos
y rugen las entrañas de la Tierra,
despiertan los volcanes
y echan humo los santos.
Si es un hombre quien llora,
aquí no pasa nada,
la vida continúa,
y la "tele" sigue alta.
GLORIA FUERTES
Mujer de verso en pecho.
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