En el profundo cielo, la naciente luna.
Le rezo la oración acostumbrada.
Dentro de esta plaza, cuánta historia:
toda la innecesaria grandeza de los hombres.
Separatos tú y yo por nuevos protocolos
que recuerdan a los antiguos ritos,
la luna compartida crece en el alto azul,
lejana plata sin causa y sin valor.
Bajo ella danzarán los danzarines
sus ritmos centenarios:
los que danzaron en los cafetales
recordando sus riquezas perdidas
en la lejana África.
Nada cambia del todo: el alma de los hombres
sufrió al nacer un definitivo deterioro.
Sólo la fuerza del amor
salva un momento la distancia y la muerte.
ANTONIO GALA
Poemas de amor.
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