Sin moverme de mí,
desaparecí.
Nada por allá,
nada por aquí.
Nada, nadie, nada.
No estoy donde estaba.
No estoy, simplemente.
Así,
de repente,
me desvanecí
sin dejar vestigio.
¿Quién hizo el prodigio?
La muerte es la mejor prestidigitadora.
ÁNGEL GONZÁLEZ
La Primavera avanza
Antología
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