El primero es Gonzalo de Berceo llamado,
Gonzalo de Bercelo, poeta y peregrino,
que yendo en romería acaeció en un prado
y a quien los sabios pintan copiando un pergamino.
Trovó a Santo Dimingo, trovó a Santa María,
y a San Millán, y a San Lorenzo y Santa Oria
y dijo: Mi dictado non es de juglaría;
escrito lo tenemos, es verdadera historia.
Su verso es dulce y grave; monótonas hileras
de chopos invernales en donde nada brilla;
renglones como surcos en pardas sementeras,
y lejos, las montañas azules de Castilla.
Él nos cuenta el repaire del romero cansado;
leyendo en santorales y libros de oración,
copiando historias viejas, nos dice su dictado,
mientras le sale afuera la luz del corazón.
ANTONIO MACHADO.
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