Quizá cuando amanezca,
muera un poco la noche
y la luna se retire en silencio,
a su escondite cotidiano,
sobre la suave almohada de las nubes.
Y el sol, rostro tibio y sereno,
despliegue dadivoso su manto,
y arropando sus brazos,
al alba soñolienta,
te dé los buenos días....
MARIOLA NAVAL BERNARDÓ
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