EN LA MUERTE DE DON RODRIGO CALDERÓN,MARQUÉS DE SIETE IGLESIAS,CAPITÁN DE LA GUARDIA TUDESCA.
SONETO
Tu vida fue envidiada de los ruines;
tu muerte de los buenos fue envidiada;
dejaste la desdicha acreditada,
y empezaste tu dicha de tus fines.
Del metal ronco fabricó clarines
Fama, entre pregones disfrazada,
y vida eterna y muerte desdichada
en un filo tuvieron los confines.
Nunca vio tu persona, tan gallarda
con tu guarda, la plaza como el día
que por tu muerte su alabanza guarda.
Mejor guarda escogió tu valentía,
pues que hizo tu ángel con su guarda
en la gloria lugar a tu agonía.
FRANCISCO DE QUEVEDO
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