A SU ESQUÍ
Para un sedoso caminar naciste
como en hechizo y como en embeleso.
Con tu desliz ingrávido de beso,
yo ávida duna, no me conociste.
Sé que a tu lado soy criatura triste,
mi paso torpe, abrasador mi exceso.
Y es que mi cuerpo no ha sentido el peso
del cuerpo suyo y tú si lo sentiste.
Pero los dos, debajo de su planta,
tenemos nuestro reino y geometría:
los dos a ciegas y del mismo modo.
Pues yo también ofrezco mi garganta
a su capricho o ley, y cada día
pongo a sus pies mis brillos y mi lodo.
ANTONIO GALA
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