A UNA CAJA DE CERILLAS
Ceñir con linde el fuego o con muralla,
podar su fronda, arriarle las banderas,
apaciguar su sed de torrenteras,
poner a su demencia cruz y raya.
No más quisiera que esta débil valla,
que a sueño y paz reduce las hogueras,
me diese su sigilo y no entendieras
de qué fiesta del fuego soy la talla.
Como en tus ojos, pero no en tus ojos,
se siente el manantial deliberado
que de la mar se rinde la promesa.
Los que verás mañana dardos rojos
su vuelo premeditan desalado,
y el alba empieza a arder sobre la mesa.
ANTONIO GALA
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