PORQUE EL AMANTE SE CREYÓ ÍCARO DE OTRO SOL
Que me olvidé de tí junto a la altura
junto al soberbio sol y sus hirientes
manos de sed, que absorve las corrientes,
funde el candor e incendia la llanura.
Que no quise y me alcé. Que mi estatura
ganada fue por alas inclementes,
y no quise y me alcé sobre las fuentes
del mar y sobre el mar y su amargura.
Roto estoy ya, caído desde el viento.
Pero una llama me apagó los males
y desafió el mal con sus banderas.
No surgiera qué flor de qué hundimiento
al verte, sol, beber los manantiales
en los que yo no quise que bebieras.
ANTONIO GALA
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