Crece
bajo la higuera
verde
que almidona
la siesta,
que le escuece.
Mira
como liban,
angélicas,
heridas,
de cera,
a medoros
de arrope.
Fuma
cigarras
encendidas
con lija.
Oye
mudarse
de camisa
la culebra,
fundada
en su silbido.
Crece
hasta
almidonarse también
bajo los negros
higos.
El silbo del dale
MIGUEL HERNÁNDEZ
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