¡Oh, vuelve, sí, retorna la de aquellas mañanas
radiantes de los médanos,
la desnuda y caliente de las solas arenas,
como un ancho oleaje de espuma revolcada,
de enfurecido sol siempre agitado!
¡Oh, sí, vuelve, retorna como entonces, tendida,
con tus rubios cabellos de ángel entre los pechos,
con tus dulces declives resbalando
hacia las más rizadas penumbras sumergidas!
¡Oh, ser joven, ser joven, ser joven! No te vayas,
vuelve, vuelve, retorna, retorna a mí esta tarde,
en estas solitarias dunas donde las olas
rompen con los perfiles de tus hondos costados,
donde el batido mar tiende piernas azules,
mece labios que cantan
y brazos ya nocturnos que me ciñen y llevan.
RAFAEL ALBERTI
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