Aquel río, un mediodía
se volvió duro, de acero.
Barcos que por él pasaban,
no volvieron.
El viento, sí, sólo el viento.
El viento furioso,a golpes,
para romperlo.
Con la cabeza y el pecho.
Día y noche,
con la cabeza y el pecho.
Pero aquel río era un río
de acero.
Ya, para siempre, de acero.
RAFAEL ALBERTI
(Baladas y canciones del PARANÁ)
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