En Madrid llovía metralla,
llovían mertos.
Me regalaron un cordero.
Tienes que comer un mes- me dijeron.
Los ojos del cordero me dijeron otra cosa.
Yo, por poco me muero de hambre.
El cordero se murió de viejo.
Nos cogimos cariño,
él y yo solos bajo los bombardeos.
Después iba a por hierba a los solares
para mi cordero.
Le enseñé a comer papel
con los partes de guerra
a mi cordero.
GLORIA FUERTES
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