Se nos permite la comunicación interior
con personas sin verlas
sin teléfono
sin carta
sin orden ni concierto.
Condenados a silencio perpetuo.
Transitamos con transistores
que hasta cogen Andorra por los patios
con las patas anquilosadas
por reumas precoces
y de nuevo a la celdilla infrahumana
y confortable del hogar.
GLORIA FUERTES
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